PÀGINES MONOGRÀFIQUES

7/11/13

Decrecimiento supone preguntarse: ¿Cuál es la vida que merece la pena ser vivida?

MENOS PARA VIVIR MEJOR 

DECRECIMIENTO Y BUENA VIDA

El Decrecimiento es una corriente económica, política, social y ecológica que plantea un cambio radical al modelo de desarrollo actual, diseñado en base al crecimiento económico ilimitado. Desde esta corriente de pensamiento se propugna la idea de “Menos para Vivir Mejor” o “Vivir mejor con Menos”; la idea de Buen Vivir separada del consumo excesivo e irresponsable de recursos materiales y energéticos.

¿Y cómo es eso? ¿Es posible vivir mejor necesitando menos? Sí, es posible y es deseable, ya que por mucho que se propague la idea de que el crecimiento económico es la solución, no deja de ser parte del problema. Los recursos son finitos, vivimos en un único planeta, y por mucho que no hayamos contemplado el biorritmo de la Tierra no quedará más remedio, tarde o temprano, que considerar los límites biofísicos y picos y techos de los recursos que ya se acaban. Dice el refranero popular que “mejor es prevenir que curar” y si será inevitable reducir el consumo y la producción, mejor será hacerlo de una manera planificada y participativa para evitar que esos recursos escasos se conviertan en propiedad de una élite económica o militar.

¿Entonces Decrecimiento es no-crecimiento? No, Decrecimiento es disminución y es aumento, el Decrecimiento no es crecimiento negativo, ya que si bien hay que disminuir en ciertas cosas, hay que aumentar en otras. En este sentido, habría que disminuir hasta erradicar el consumismo y productivismo, reducir la velocidad de la vida, las horas dedicadas al trabajo productivo, las distancias que recorremos y hacemos recorrer a los productos, los sectores perjudiciales para la sostenibilidad de la vida... Por el contrario, habría que potenciar los cuidados a personas, los servicios públicos y sociales ligados a los Derechos Humanos, las economías sociales y solidarias y los diversos sectores de empleos verdes.

En el modelo socioeconómico actual vivimos para trabajar, trabajamos para consumir y consumimos para trabajar, reduciendo el concepto de valor a lo monetario, ¿y para qué?, ¿para ser felices?, ¿lo somos?, ¿disfrutamos de la vida? El Decrecimiento pone la economía al servicio de la vida, no la vida al servicio de la economía.


¿Y cómo colocamos a la economía al servicio de la vida? Recuperando los tiempos y re-contextualizando el trabajo. Hemos dejado que el abstracto mercado defina lo que es tiempo como horario y lo que es trabajo como empleo, pero la vida es más compleja y es hora de que descolonicemos el imaginario del pensamiento único que propugna una vida esclava. El Decrecimiento parte de la re-contextualización del concepto de Trabajo, considerándolo y valorándolo en su carga global y superando la diferencia impuesta entre Trabajo productivo/trabajo asalariado o remunerado (empleo) vs. Trabajo reproductivo/trabajo no remunerado.

El Trabajo para el Decrecimiento, en definitiva, es aquella actividad que favorece la sostenibilidad y el mantenimiento de la vida, no únicamente aquella que es mesurable por intercambiarse en el mercado como una mercancía. Asimismo, el tiempo para el Decrecimiento va mucho más allá del horario o jornada laboral; ya que reconoce y reivindica las diferentes dimensiones del tiempo: tiempo en el arco o ciclo de la vida (tiempo de los cuerpos), tiempo de la naturaleza, tiempo de trabajo (globalmente considerado), tiempo de la vida social y tiempo en la ciudad (tiempo marco definido por el urbanismo y la organización de los espacios).

En función de estas consideraciones el Decrecimiento opta, entre muchas de sus propuestas, por la reducción de la jornada laboral tendente en un futuro hacia las 21 horas semanales. Ello es así debido a que esta reducción permitiría proteger los recursos naturales del planeta porque se reduciría la huella ecológica, alcanzar mayor justicia y bienestar social y construir una economía al servicio de las necesidades de la sociedad y del medioambiente poniendo en el centro la sostenibilidad de la vida y no al mercado o al capital.

En definitiva, los puntos definitorios de la teoría del Decrecimiento son nueve: 1) Repensar los valores y premisas que definen nuestro modo de vida y nuestra sociedad; 2) Recontextualizar la realidad revisando los conceptos con los que designamos lo que nos rodea;
3) Reestructurar las estructuras económicas y productivas para hacer posible una vida justa;
4) Redistribuir y garantizar el acceso de todas las personas a los recursos necesarios para vivir;
5) Relocalizar lo más posible la producción y el consumo a escala local;
6) Reducir la huella ecológica en base a la capacidad de carga y regeneración de la biosfera;
7) Reutilizar y conservar los bienes combatiendo la obsolescencia programada;
8) Reciclar y gestionar los residuos 
9) Rentas mínimas y máximas con el establecimiento de un suelo y de un techo de las rentas para combatir las desigualdades.

Todo ello es el Decrecimiento, la opción de Vivir Mejor con Menos, la responsabilidad ante el consumo, la autolimitación voluntaria. No significa austeridad ni pérdida de Derechos. Significa re-conquista de nuestra capacidad de decisión del modelo de vida y felicidad que queremos llevar a la práctica. Significa pues, reivindicación de soberanía alimentaria, energética, judicial, económica, fiscal, cultural y educativa.
Decrecimiento supone cuestionar para qué y hasta dónde;
Decrecimiento supone preguntarse: ¿Cuál es la vida que merece la pena ser vivida?

Yésica Álvarez Lugo,
Máster en Desarrollo y Cooperación Internacional, y miembro de Ben Magec-Ecologistas en Acción.


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