LA NORIA DE LA VIDA NUNCA PARA, EXCEPTO SI COMPRENDES QUE ERES EL CENTRO
He leído estas frases,
puestas en boca de algunos actores en diversas películas, y me han parecido
geniales.
"No se puede buscar la
paz evitando la vida"
Nicole Kidman, en Las horas
"Todos pagamos un precio por las acciones que realizamos en el pasado, ¿pero cuándo ha sido suficiente?"
Robert de Niro en Condenado
"En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz, y ¿que tenemos?. El reloj de cuco"
Orson Welles en El tercer hombre
Las tres reflexiones resumen bien algunas de las ideas que expreso en mis posts, a saber, que la conciencia progresa a través del error, del odio y de las guerras, por desgracia a veces más que por la belleza y el amor. No es que la violencia deba erigirse en un "método para evolucionar" ni mucho menos, simplemente es una descripción de lo que parece suceder en nuestro mundo.
Y una vez que cometemos un error, ¿cuándo finalizan las consecuencias? ¿Cuándo ha de finalizar el sufrimiento por el pasado? ¿Qué cantidad de sufrimiento nos es necesario para comprender cabalmente nuestros actos, nuestra ignorancia? Es el mayor de los misterios, pero por lo que afirman los pocos que han pasado por ello, el monto de angustia que ha de afrontarse para alcanzar la paz es extraordinariamente alto, y concretamente, similar al de afrontar la propia muerte física.
Una falsa salida a todo esto es huir de la dureza de la vida. Entonces uno halla la paz regresiva, una paz que es temporal, porque el verdadero progreso sólo marcha en una única dirección, que es hacia adelante. Volver a desnudarse, volver a comer frutas, volver al cuerpo. Volver a la magia, a los mitos. No hablo de recolectar esas cosas e integrarlas en un orden superior, sino de creer que realmente nos darán la felicidad, lo cual es el error fundamental de la llamada Nueva Era.
La vida es más que el cuerpo, más que la mente, más que el espíritu, y es todo ello a la vez, no como amalgama caótica de conceptos, sino como vivencias integradas en una conciencia que las abarca e incluye a todas en una visión mucho más profunda que cualquiera de ellas por separado.
Nicole Kidman, en Las horas
"Todos pagamos un precio por las acciones que realizamos en el pasado, ¿pero cuándo ha sido suficiente?"
Robert de Niro en Condenado
"En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz, y ¿que tenemos?. El reloj de cuco"
Orson Welles en El tercer hombre
Las tres reflexiones resumen bien algunas de las ideas que expreso en mis posts, a saber, que la conciencia progresa a través del error, del odio y de las guerras, por desgracia a veces más que por la belleza y el amor. No es que la violencia deba erigirse en un "método para evolucionar" ni mucho menos, simplemente es una descripción de lo que parece suceder en nuestro mundo.
Y una vez que cometemos un error, ¿cuándo finalizan las consecuencias? ¿Cuándo ha de finalizar el sufrimiento por el pasado? ¿Qué cantidad de sufrimiento nos es necesario para comprender cabalmente nuestros actos, nuestra ignorancia? Es el mayor de los misterios, pero por lo que afirman los pocos que han pasado por ello, el monto de angustia que ha de afrontarse para alcanzar la paz es extraordinariamente alto, y concretamente, similar al de afrontar la propia muerte física.
Una falsa salida a todo esto es huir de la dureza de la vida. Entonces uno halla la paz regresiva, una paz que es temporal, porque el verdadero progreso sólo marcha en una única dirección, que es hacia adelante. Volver a desnudarse, volver a comer frutas, volver al cuerpo. Volver a la magia, a los mitos. No hablo de recolectar esas cosas e integrarlas en un orden superior, sino de creer que realmente nos darán la felicidad, lo cual es el error fundamental de la llamada Nueva Era.
La vida es más que el cuerpo, más que la mente, más que el espíritu, y es todo ello a la vez, no como amalgama caótica de conceptos, sino como vivencias integradas en una conciencia que las abarca e incluye a todas en una visión mucho más profunda que cualquiera de ellas por separado.
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