DESOBEDECER LA CRISIS
Quinto año de crisis balbuceando el mismo lenguaje que los cuatro anteriores. Recortes y colapso, estancamiento y empobrecimiento, cabeza gacha ante los 'mercados' y, en consecuencia, récords históricos de endeudamiento, de desigualdades y de los índices de paro. Salpimentados cínicamente con nuevos rescates bancarios millonarios abonados de nuevo con recursos públicos y el dinero de todas y todos. Mientras, a la vez y por contra, se azuza la peor ofensiva antisocial desde el final de la dictadura: en la inercia involutiva de la economía de casino que todo lo malogra.
Quinto año de crisis balbuceando el mismo lenguaje que los cuatro anteriores. Recortes y colapso, estancamiento y empobrecimiento, cabeza gacha ante los 'mercados' y, en consecuencia, récords históricos de endeudamiento, de desigualdades y de los índices de paro. Salpimentados cínicamente con nuevos rescates bancarios millonarios abonados de nuevo con recursos públicos y el dinero de todas y todos. Mientras, a la vez y por contra, se azuza la peor ofensiva antisocial desde el final de la dictadura: en la inercia involutiva de la economía de casino que todo lo malogra.
Obsesionados neuróticamente por el déficit, encegados
políticamente por el ajuste permanente y sumisos a los dictámenes
de unos mercados financieros que nadie ha escogido, la crisis sigue
golpeando y galopando. Y nos sigue interpelando. Con toda
crudeza. Cinco años atrás, el estallido de la crisis financiera
parecía anunciar que se abriría un profundo debate para replantear
a fondo la insostenibilidad económica, social y ambiental del
desarrollo capitalista y que se anunciarían otros caminos. Un
espejismo en toda regla: desde 2007, crónica maldita del gran
saqueo, sólo se han reforzado las dinámicas más perversas de un
capitalismo ya senil. En una especie de doctrina del shock que
pretende lanzar a la papelera de la historia derechos fundamentales
irrenunciables, pilares básicos de la cohesión social e
instrumentos imprescindibles para revertir la especulación y la
recesión. Y anuncian que es por nuestro bien y que lo hacen por
nosotros. En nuestro nombre y, encima, con nuestro dinero.
Callejón sin salida o libro abierto todavía, aquello obvio es
que de esta crisis se sale. La inquietud es cuándo. El dilema es
cómo. La pregunta es a qué precio. La respuesta es por qué camino.
La clave, bajo qué modelo. ¿A la griega? ¿A la islandesa? ¿Con
fórmulas propias? Si nadie nunca es neutral en un tren en marcha,
desde Coop57 somos conscientes, años ha, que el único territorio
liberado del que disponemos para construir otro futuro es la vida
cotidiana. El hoy y el aquí. Allí dónde se demuestra que otras
formas de hacer son posibles, el único lugar dónde hemos
certificado que si, que si podemos, que si que hay alternativas.
Sobre ese sólido firme de la solidaridad que nos acoge,
sobre las raíces hondas de los principios irrenunciables de la
democracia económica y social y desde la práctica y memoria
acumulada por el cooperativismo, constatamos que hoy es necesario
comprometerse más que nunca. Y más y mejor: para fortalecer las
alternativas que ya funcionan, para consolidar los útiles de los que
ya disponemos y para reforzar todas las redes sociales y
comunitarias: las que ya son y las que vendrán.
Activos y activadas por la transformación social, en la
última asamblea general de Coop57 decidimos que una de las
prioridades del 2012 sería, precisamente, el apoyo a la creación y
mantenimiento de la ocupación. Exprimiendo todas las posibilidades a
pesar de todas las dificultades, ante un contexto desbocado de
crecimiento de la pobreza y de niveles máximos de desocupación y
precariedades. El viento que nos agita a hacerlo, más fuerte desde
el Encuentro 2011 celebrado en octubre pasado, silba que para salir
de ésta habrá que hacerlo con más redes colectivas, con más
consolidación cooperativa y con más, mucha más, implicación
ciudadana. Barrio a barrio y pueblo a pueblo, para poder avanzar
hacia un sistema integral de finanzas éticas y solidarias.
Hoy, semilla de la otra economía por venir, miles de personas
ya se han comprometido con otro modelo socioeconómico, están
destinando su ahorro a dinamizar la economía social y reactivar la
económia social, están implicados con otra salida a la crisis. Con
formas de consumo responsable y trabajo cooperativo arraigadas a la
economía local, la innovación socioeconómica y el desarrollo
comunitario. Y es que la casa común del futuro ya la estamos
construyendo. En ello estamos: las primeras piedras de un vínculo
social reforzado están puestas hace años. Y si vamos lentos es
porque vamos lejos. Y porque a la parálisis del ?no se puede hacer
nada? oponemos claramente la amenaza del buen ejemplo.
Siembra, riego y cosecha, hoy todavía es tiempo de batir la
tierra. No será el mercado quien resolverá las necesidades
humanas. No será el estado, hoy por hoy, quien erradique o reduzca
las desigualdades sociales. Y entre la tenaza de un mercado
enloquecido y un estado impotente, quedamos todavía nosotros y todo
el potencial inexplorado del compromiso social y el apoyo mutuo. En
la metáfora de un equipo pequeño que juega en un terreno hostil y
adverso, pero que continúa bien dispuesto a seguir la partida. A
cambiar de campo. A seguir labrando el futuro, sabiendo que con poco
se puede hacer mucho y que, entre todas y todos, todo es posible.
Finalmente sólo gritan, siempre, para ver si nos acallan.
Pero entre el fraude y la esperanza todavía, en medio de una
sociedad mediatizada por el miedo, las posibilidades y opciones de
una salida ética, solidaria y ecuánime a la crisis siguen siendo
reales y urgentes, necesarias y posibles. Un nuevo paradigma viene
incubándose hace tiempo y ya está reproduciéndose: la democracia
económica y social, la grande desconocida por la que andamos
caminando. Nadie dice que llegar será fácil. Ni mecánico ni
automático: ningún cambio social lo es.. Dependerá de miles de
gestos, de miles de microcoherencias, de miles de voluntades
agregadas. Cuando todo sigue empezando y acabando al mismo lugar: en
nosotros mismas.
Volver a empezar de nuevo y otra vez, es la hora de desobedecer
la salida a la crisis que nos pretenden imponer. Escribía
Fromm que "todo es posible porque hay personas que se atreven a
decir no al poder que sea, en nombre de su conciencia; la evolución
depende la capacidad de la desobediencia". La economía,
ciertamente, o la hacemos nosotros o será hecha contra nosotros. O
la hacemos cooperativa y de escala humana o no será cooperativa. Y
hoy, tras cinco años de crisis y fraudes, sobra decir lo obvio: que
dejarla en manos de los tiburones de los mercados financieros y sus
gestores sería peor que una irresponsabilidad colectiva. Sería una
suicidio.
Si el presente siempre es el vértice donde se cruzan pasado y
futuro, recorremos incesantemente a la memoria de un futuro anterior.
En el lejano 1809, en la proclama de la Junta Tuitiva de La Paz
(Bolivia) que proclamaba la independencia se afirmaba: "hemos
guardado un silencio demasiado parecido a la estupidez". Es
tiempo de no callar. De deconstuir todo silencio para salir de la
crisis. Y tal y cómo dice la concurrida proclama del siglo XXI...
esperadnos, porque estamos llegando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario