La renta básica en
la era de las grandes desigualdades
Puede afirmarse que, en la actualidad, la renta básica es una medida que va a contracorriente de las tendencias dominantes en la política económica que viene practicándose desde que estalló la crisis. Sin embargo, y en agudo contraste con ello, no son pocos los que coinciden en considerar que la renta básica es todavía más necesaria en una situación de crisis que en una situación de bonanza: en primer lugar, porque la extrema vulnerabilidad social y económica a la que una crisis condena exige respuestas firmes en términos de garantía de unos ingresos básicos para el conjunto de la población; y en segundo lugar, porque, en situaciones de crisis más que nunca, pero no sólo en ellas, se hace necesario dotar al conjunto de la ciudadanía del poder de negociación que confiere el tener la existencia material garantizada, un poder de negociación que ha de permitir la emergencia de nuevas y diversas formas de interacción social y económica, asentadas en proyectos de vida concebidos y desplegados de forma autónoma en el seno de comunidades humanas no fracturadas
"Para
producir todo lo necesario a nivel mundial bastarian 350
millones de trabajadores. Los demas "sobran" ???
El tema de la justicia social es de capital importancia pero ha de tratarse, a mi entender, en un contexto más amplio que el de la mera economía. La propuesta de
Por eso, en
Nos interesa saber cómo funciona la economía y la financiación de la renta básica, no su último porqué ni filosofías que dan vueltas sobre sí mismas. No necesitamos esperar a la plena igualdad y justicia social para instaurar
La propuesta de ARENCI, y esto es novedoso, se hace desde planteamientos estrictamente económicos, a partir del estudio de la economía real.
Constatamos el fracaso, por obsolescencia, tanto del liberalismo como del Keynesianismo y sus variantes. El camino del éxito económico, en el sentido de que la economía funcione para satisfacer las necesidades humanas de todos (no los caprichos), y no para llenar los bolsillos de cuatro acaparadores, pasa por abandonar el objetivo quimérico y disruptivo del “pleno empleo”, y cambiarlo por el objetivo necesario del “pleno abastecimiento básico” para todos.
Ha de entenderse aquí por tal “la provisión de bienes y servicios imprescindible para cubrir las necesidades básicas personales y sociales, objetiva y democráticamente determinados”, y no los caprichos.
La crisis actual se ha producido por aplicar unas políticas económicas neoliberales que ya no funcionan, en la estela del pensamiento económico bipolar que oscila, según toque, de Keynes a
Las políticas de ajuste de caballo y recortes sociales para acabar con el déficit público provocan el descontento social y la amenaza de huelga general.
Pero la huelga no servirá de nada si no va respaldada por una propuesta económica alternativa acorde con los tiempos y el interés de la clase obrera, especialmente de los obreros parados a la fuerza que no cobran prestación, ni tienen posibilidades reales de alcanzar una pensión de jubilación contributiva, tal como está la normativa de
Las propuestas sindicales más voceadas están desfasadas o son insuficientes, son de sobra conocidas. Los sindicatos y la patronal, lo mismo que los partidos y economistas deberían replantearse su orientación y poner, en primer lugar, la “centralidad de la persona”. Sobran razones para reclamar un sistema de propiedad incluyente, que garantice el derecho a la existencia, el derecho de todos a acceder a la riqueza natural.
¿Por qué no hablamos del reparto, mediante una Renta Básica Ciudadana, de cierto porcentaje de “riqueza excedentaria en manos muertas”, la que acaparan los capitalistas financieros?
No se trata con esto de beatificar a los pobres y demonizar a los ricos, mientras las clases medias son así mismo objeto de explotación.
Unas medidas económicas sensatas no deberían tener como objetivo principal recaudar la cantidad necesaria para acabar con el déficit y volver, cuanto antes, a las prácticas que nos condujeron a él.
El objetivo principal debería ser cambiar la organización y el funcionamiento de nuestra economía, de modo que ésta pueda responder cabalmente a las necesidades económicas de todos los ciudadanos, no a sus caprichos consumistas, ni a la voracidad de ganancia de una minoría acaparadora y adoradora del dios Capital.
Se trata de unas “reformas estructurales” alternativas, pensando no sólo en los pobres, sino en la sociedad en general, en la estela del economista Henry George.
Hablar de HENRY GEORGE es hablar de la renta Básica.
Su libro “Progreso y Miseria” es tan actual como cuando se escribió. Puede leerse completo aqui:
http://www.eumed.net/cursecon/textos/h-george/index.htm
El mecanismo habitual para la distribución de la riqueza, que sigue siendo principalmente el empleo, ha quedado obsoleto porque ya no sirve a su objetivo. El modelo de crear empleo para distribuir la riqueza está agotado pues, con el aumento del paro forzoso y por el camino de las “políticas de empleo”, son cada vez más los excluidos.
Vista la insuficiencia, cada vez más obvia, del empleo para la distribución de la riqueza, la solución pasa por cambiar la mentalidad y la práctica económica, adaptando evolutivamente la organización y el funcionamiento del sistema actual, para que éste responda a las necesidades de la gente, teniendo en cuenta las características de la nueva situación: globalización económica, informatización y automatización de los procesos productivos, la desvinculación del empleo como elemento central de la creación de riqueza, que se traduce en el aumento del paro forzoso coexistiendo con un aumento global de la productividad, etc., etc.
El inconveniente de los postulados enmarcados en las políticas al uso, tanto de derechas como de izquierdas, es que mantienen posturas y posicionamientos basados en arquetipos teóricos de la sociedad industrial, que poco o nada tienen que ver con la realidad de hoy.
La alternativa de introducir
La renta básica (pagada en moneda corriente, universal, individual, inembargable, y prácticamente incondicional) es la nueva variable que va a garantizar que la riqueza producida por el sistema llegue a todos sin excepción, acabándose con la pobreza de los ciudadanos derivada de la falta de ingresos, patente fracaso del actual sistema de genocidio económico.
En tales circunstancias, se entiende la renta básica como un mecanismo capaz de facilitar el equilibrio dinámico del sistema y de encauzarlo por la vía de la humanización, del sentido práctico y la sostenibilidad.
La financiación de dicha renta pasa, según
De esta cuestión hemos tratado específicamente en varios estudios posteriores a la obra de Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de
http://docs.google.com/Doc?id=dcxvss6_6cbbpwxn7
http://docs.google.com/Doc?id=dcxvss6_0cc5thggp
Se trata de cambiar el modelo vigente (riqueza privada-empleo-asistencia social) por otro en el que una parte del capital privado pasa a los fondos públicos y de éstos otra vez al capital privado, pero no para sumarse al capital empresarial con la excusa de “crear empleo” , sino en forma de rentas básicas. Ello revertirá en la dinamización económica, en el beneficio privado que retroalimenta el ciclo de creación de riqueza privada-social. No se trata, pues, de eliminar el capital ni de bloquear su funcionamiento castigando la especulación, sino de democratizarlo mediante la aplicación de una tasa que la regule y socialice.
Es hora exigir en la calle un debate político sobre el tema, frente a quienes predican como único remedio reducir el gasto social, los ingresos de los pobres, el salario del obrero y abaratar el coste del despido.
Horacio García Pacios (Presidente de ARENCI)
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