PÀGINES MONOGRÀFIQUES

1/2/12

La familia Fellmer, una familia que vive feliz sin dinero



Viven sin dinero y llevan a Alemania a detenerse y pensar


La familia Fellmer se alimenta de desechos de supermercados; el fenómeno va en aumento

Desde hace dos años Raphael Fellmer, de 28 años, y la española Nieves Palmer, de 26, se alimentan exclusivamente de productos que ellos definen "rescatados", es decir, salvados justo antes de ser destruidos.

Fellmer no tiene una cuenta de banco y vive totalmente sin dinero. Su experiencia está obligando a Alemania entera a reflexionar, justo en el momento en que, en Europa, el capitalismo enseña sus fallas por la crisis de deuda.

Fellmer y Palmer aseguran a LA NACION que, en dos años, a pesar de comer alimentos desechados, nunca les pasó nada: sin náuseas ni infecciones, esto, aun cuando Nieves estuvo embarazada de Alma Lucía, hoy de cinco meses. Ambos son veganos y se alimentan casi exclusivamente de productos que proceden de la agricultura biológica.

"Unas cuatro veces por semana, voy a inspeccionar, con la mochila, los contenedores de los supermercados biológicos; encuentro de todo, jabones, chocolates, cosméticos, además de lácteos, frutas y verduras que todavía se pueden consumir", explica Fellmer.

"Me llevo más de lo que necesitamos, el resto lo regalo a vecinos, amigos, necesitados. La idea es difundir el mensaje de que no sólo se tira una manzana de vez en cuando, sino que todo se tira", comenta.

Una convicción muy sencilla mueve a este joven hombre y a muchos que siguieron su ejemplo en una escena cada vez más grande de personas que se alimentan exclusivamente de los basureros de los supermercados.
Después de dos años de vida radical, y un viaje a México, realizado sin dinero, el mensaje de Fellmer empieza a llegar de manera amplia a la sociedad. Las universidades lo invitan a dar charlas y los diarios escriben sobre él. Desde www.forwardtherevolution.net informa acerca del "proyecto" que nació cuando todavía era estudiante en Holanda, junto con dos colegas: el francés Benjamin Lesagen y el italiano Nicola Zunino. Desde todo el mundo se suman cada vez más personas que viven sin dinero.
Se estima que cada ciudadano alemán tira a la basura por año 100 kilos de comida. El Instituto Austríaco de Economía de los Desechos calculó que el 45% de lo que los supermercados descartan se puede todavía consumir.
Según la ONU, en Europa se tira a la basura la mitad de todos los productos alimentarios que son parte del flujo comercial. El 30% se desecha antes de ser abierto.
Fellmer sabe que, todas las veces que "rescata" comida, incurre en un delito: la violación de propiedad. Esto lo indigna: "En Alemania es legal tirar comida, pero es ilegal rescatarla". "Es una falla en el sistema", se queja. Por esta razón está recopilando firmas para poder pedir al Parlamento alemán que lo deje exponer su causa. "La idea es establecer un sistema donde se aprovecha todo", explica Fellmer.
Fellmer y Palmer no optaron vivir sin dinero, sino por necesidad: ambos terminaron una carrera universitaria. Tampoco por inconsciencia: al hablar de su proyecto mencionan estudios e informes para corroborar su tesis y ofrecer pruebas de que no exponen a su hija a riesgos.
Viven en las afueras de Berlín, en una casa donde el propietario los deja estar a cambio de pequeños trabajos. Fellmer sólo se mueve a pie. Palmer es menos radical y gasta unos 30 euros al mes. Pagan el seguro médico de la hija con el subsidio de cerca de 145 euros mensuales que el Estado otorga a cualquier niño nacido en Alemania hasta que cumple los 20 años.
Son conscientes de que con su decisión se exponen a críticas. "No quiero ser simplemente un aprovechador", asegura Fellmer. "Intento integrarme a la sociedad a pesar de todo: ayudo en reparaciones, obras, arreglo computadoras, cuido animales", aclara. Saben que lo de rescatar comida no puede ser una solución para salvar el mundo a largo plazo, pero sirve para lanzar un mensaje. En el futuro, tienen pensado instalarse en el campo, quizás en Italia y vivir de lo que producen. En el caos de la crisis, ellos tienen algo claro: "Esto no puede seguir así"

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